miércoles, 4 de junio de 2008

A Sarria

Levantarse por la mañana helado en el jodido albergue para medusas y ver , mejor dicho, no ver, más que tu mano derecha es algo que te hace meditar sobre las duras condiciones de vida que sufren los que habitran la zona. Me propongo llegar a Triacastela y hacer una comprita para el refrigerio y lo hago disfrutando de verdad. Un paisaje verde, con todas las gamas del verde y verde que te quiero verde, camino alegre entre castaños y robles, pastos vacas filósofas y perros agostados en el frio. En Triacastela hay dos opciones para el caminante: O Samos, o San Xil. Decido la segunda pues ya conozco Samos y marcho disfrutando del color que da el sol y la sombra que dan los carballos. A veces el camino entre bosques y en solitario produce un cierto escalofrío pero la preocupación de no caer por los arroyos, que también son camino, hace olvidar el miedo. No llego a Sarria y me quedo a dormir en Calvor, en un pequeño y confortable albergue de los tantos que ha puesto la Xunta. A su cuidado una empleada que se supone que está mal pagada. Más tarde confirmaré el dato pero estoy convencido que la Xunta no valora el trabajo de los hospitaleros no voluntarios. Está tan aislado que hay que ir a cenar a 3 km y los del bar te vienen a buscar en coche. Un lujo!

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