miércoles, 28 de mayo de 2008

Asturica Augusta y sopas de ajo.







Lo más destacable de este trecho es sin duda el fenomenal puente romano de Hospital de Örbigo. Aquí a un tal Don Suero de Quiñones se le cruzó por lo que tenía debajo de la celada que ningún otro caballero franquería el puente sin su permiso y por sus quiñones que lo hizo. Ideales caballerescos le empujaron a tamaña quiñonada.



Ahora dá gusto cruzarlo, e incluso volver la vista atrás.



Conviene avisar a caminantes venideros que después de Hospital de Órbigo, el camino se ve desviado por la astucia o picaresca de los dueños de los albergues o bares de Villares y Santibañez. Yo no piqué. Por mis quiñones, que para engañarme hacen falta más quiñones, y seguí por la lógica del camino que evidentemente circula siempre junto a la carretera, que para eso se ha construido según el trazado del Camino de Santiago. Además se ahorran un par de kilometros. El camino de los astutos y el verdadero se unen en el Crucero de Santo Toribio desde donde ya empiezan a verse a lo lejos los montes que habré de franquear.



En el Albergue de Astorga, aburrido del menú peregrino, llamado así por serlo en viandas, decido unirme en esfuerzos para conjurar una sopa de ajo al más puro estilo de la verdad. Con un par de botellas de bierzo-mencía dimos cuenta de tan antigua pitanza y sembramos la admiración de la ingente prole multiétnica.

No hay comentarios: